jueves, 9 de septiembre de 2010

Pinturas rupestres

Definamos las pinturas rupestres como un tipo de arte prehistórico hecho por los hombres prehistóricos, que demuestran que el hombre, desde su origen en la Tierra es capaz de realizar obras de arte en las paredes de las cavernas que habitaba. También se realizó pintura sobre cantos rodados, escultura, cerámicas decoradas y objetos ornamentales.
Características
La pintura rupestre suele aparecer en el interior de cuevas que, por los restos hallados, parecen no haber sido utilizadas para otro fin. Es decir, una especie de santuarios o lugares solo usados para pintar, de ahí que se defienda su carácter de pintura con fines mágico-religiosos. El tema representado es la fauna de la época, fauna existente en la zona previamente a las glaciaciones, como bisontes, caballos, ciervos y renos. Nunca aparece la figura humana, con la excepción de algunas siluetas de manos. Es una pintura naturalista porque trata de representar las figuras con un dibujo fiel y una policromía adecuada (negros, rojos, ocres...); con frecuencia se aprovechan los abombamientos de las paredes rocosas para pintar en ellos y dotar de relieve a las figuras, que aparecen yuxtapuestas, una al lado de otras, incluso encima de otras, sin formar escenas.
Interpretación
Resulta difícil llegar a un acuerdo sobre la finalidad de estas pinturas. Existen dos tipos de interpretaciones: la defendida por Breuil, para quién se trata de magia simpática o propiciatoria y la propugnada por Leroi-Gourhan, ligada a ritos de iniciación.
Para Breuil su objetivo es propiciar la caza. El hecho de que no aparezca la figura humana y que los animales a veces se representen aseateados es un indicio de que se trata de asegurar el éxito de las batidas de caza, como ha ocurrido con los aborígenes australianos u otros pueblos hasta nuestros días o hasta hace poco.
La tesis de Breuil fue rechazada por Leroi-Gourhan objetando que los animales representados en las zonas preferentes de las cuevas (caballos y bisontes), no eran objeto principal de los cazadores paleolíticos cuya actividad se centraba en renos y ciervos, apareciendo representados éstos en lugares secundarios. Así pues para Leroi-Gourhan estas cuevas serían santuarios apartados de los campamentos donde se celebraban ritos de paso de la adolescencia a la edad adulta, en la que los animales pintados debieron responder a un patrón, en el que équidos y bóvidos representaban los masculino y lo femenino, es decir, los dos principios opuestos que dan vida al Universo.
No obstante, la tesis de Leroi-Gourhan también presenta lagunas, puesto que en muchas cuevas distintas especies animales están mezcladas sin jerarquía, por lo que aún no se ha encontrado una explicación plenamente convincente y el debate continúa.

El dato más antiguo que se posee sobre el conocimiento de estas pinturas procede de José Mariano Rothea, misionero en San Ignacio de 1759 a 1768, que conocía algunos de las grandes pinturas rupestres de la Baja California. En el caso de Europa el primer hallazgo de este tipo de pinturas se realizó en la Cueva de Altamira en Santillana del Mar (Cantabria) en 1879 siendo el autor del descubrimiento Marcelino Sanz de Sautuola quien lo realizó casualmente. Tras comunicar el hallazgo no fue creído y se le tuvo por un impostor. Sin embargo, años después se realizaron descubrimientos similares en suelo francés y el hallazgo de Sautuola fue póstumamente aceptado. La cercanía de estas zonas (la cornisa cantábrica española y el sur de Francia) y otras características compartidas (estilísticas, técnicas, cronológicas, de ubicación...) han permitido en Europa englobar estas pinturas bajo la denominación de «Escuela franco-cantábrica». En 1907, Juan Cabré Aguiló descubrió unas pinturas de ciervos en la Roca de los Moros de Calapatá (Teruel), de un estilo diferente de las pinturas de Altamira.


José mariano rothea

Marcelino Sanz de Sautuola
Paleolítico
Las muestras más primitivas de arte rupestre están constituidas por huellas de manos cercadas con trazos rojos, ocres, negros o amarillos; series de puntos, de discos; ejecución de simples siluetas, seguidas luego de dibujos lineales. Todo ello realizado todavía con tintas planas. La evolución paulatina de este arte condujo al apogeo pictórico de la época magdaleniense caracterizado por el triunfo de la policromía y el naturalismo, así como por el aumento de temas y obras realizadas.
Una característica de la pintura del Paleolítico es la ausencia casi absoluta, salvo muy contadas excepciones, de la figura humana. Lo que sí existe es la representación de figuras antropomorfas vagamente insinuadas, siendo también frecuentes los dibujos de trampas, líneas y signos tectiformes (al que se le supone un significado y tienen forma de techo o cabaña).
Mesolítico y neolítico
Durante en Mesolítico y el Neolítico ha de tenerse en cuenta el profundo cambio de las relaciones sociales: descubrimiento de la agricultura, la ganadería y la cerámica y la vida sedentaria y urbana.
Las primeras muestras de este nuevo arte fueron descubiertas en España (1907) en el Barranco de Calapatá (Teruel), seguidas luego de nuevos hallazgos en las provincias del levante español, desde Lérida a Almería.
Estas pinturas levantinas se encuentran siempre a plena luz del día, en abrigos naturales de fácil acceso. Nunca aparecen en cavernas obscuras y difíciles de descubrir. Destacan, entre otros, los abrigos de la provincia de Lérida (El Cogul), Tarragona (Morella la Vella), Teruel (Val del Charco del Agua Amarga), Castellón (Valltorta), Valencia (Araña) y Albacete (Alpera).
En la iconografía de estas pinturas, las imágenes nunca aparecen aisladas, y la figura humana se convierte en el centro y eje de las distintas composiciones pictóricas, verdaderas escenas que apenas tienen algo que ver con las representaciones mágico-religiosas de la pintura paleolítica franco-cantábrica. Las diferentes escenas de los abrigos levantinos revelan, asimismo, la existencia de un nuevo tipo de población, con actividades y modos de vida distintos. Incluso la fauna en ellas representada pertenece a un clima más cálido. El norte de Europa (Noruega, Suecia, Finlandia y norte de Rusia) tiene las mismas características, en líneas generales.
Son escenas de un extraordinario valor narrativo, realizadas, además, con un intenso dinamismo vital, exagerando incluso los rasgos de movimiento. Repetidas veces se representan las luchas entre distintos bandos de arqueros, o las movidas y dinámicas escenas de caza, carreras de arqueros, danzas y escenas relacionadas con la agricultura y ganadería.
Al final de Neolítico aparece en la península ibérica otro importante ciclo artístico, independiente de los anteriores y conocido como arte esquemático.

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