Algunas versiones culpan a las exposiciones universales del mal gusto de los impresos del siglo XIX, recayendo las principales causas de esta crisis, al parecer, en la negligencia en el dibujo, composición y diseño de los tipos, en la mala calidad de los papeles, en lo pretencioso y vacuo de la ornamentación, y, en fin, en los imperfectos procedimientos de reproducción fotomecánicos, como lógica consecuencia de la prepotencia de los mecanismos industriales de producción de impresos, muy alejados ya de la antigua práctica artesanal que, desde el siglo XV, había prevalecido en el sector. Aunque para los estándares actuales estos trabajos parecen respetables, fueron burdas reproducciones en su época.
William Morris, una figura carismática
(Walthamstow, Londres, 1834 - Londres, 1896) Escritor, reformador social, diseñador y artista inglés que a través de su obra literaria, teórica y artística intentó la renovación de la cultura recuperando el espíritu de las artes y oficios medievales. Como diseñador y artesano, su obra ejercería gran influencia en el diseño de libros, en el arte de la impresión, en las artes visuales y en el diseño industrial del siglo XIX. Su ideario social, de signo utopista, quedó recogido en escritos teóricos y en novelas como Noticias de ninguna parte (1890).
En Oxford conoció al pintor prerrafaelista E. Burne-Jones, cuya romántica religiosidad había de producir en él crisis místicas, pronto dominadas por la reflexión y por su amor a la vida. Su pensamiento quedó definido de 1853 a 1855. La fuerte influencia producida sobre él por la predicación de J. Ruskin, y su descubrimiento del gótico en las catedrales de Francia e Inglaterra lo orientaron hacia un "retorno al gótico", basado en razones sociales de carácter libertario, y por ello laico. Fue ésta la más original característica de su ideología, que, en el terreno político, desembocó en su adhesión al Manifiesto de Marx.
Las libres asociaciones corporativas de los trabajadores, y no las catedrales, fueron el motivo fundamental de su elección de la época gótica como período ejemplarmente humano y del que era preciso recuperar el sistema de producción artesana ("...un arte hecho por el pueblo y para el pueblo constituye la felicidad de quien lo crea y de quien usa de él..."); recalcaba con ello su aversión a la máquina. Su ideario estético y social proponía acabar con la distinción entre "el gran arte" y "las artes menores", revitalizar el trabajo manual y promover y realizar un arte para toda la sociedad y no sólo para las élites. Frente al trabajador industrial, que no tenía ningún contacto personal con sus materiales, el artesano medieval sentía, según Morris, el trabajo como alegría y como belleza. Por todo ello fue calificado de utopista y visionario.
En 1861, con un grupo de amigos, entre ellos Rossetti y Burne-Jones, fundó la empresa de decoración Morris, Marshall, Faulkner & Co., que se dedicó a la producción de vidrieras, tapices, alfombras y artículos de artesanía en general, diseñados por los propios artistas y confeccionados manualmente. El grupo de los "prerrafaelistas", que le habían precedido en el mismo combate, colaboró después con él en el laboratorio de arte aplicada y adorno llamado "Arts and Crafts", lo mismo que en el movimiento que lo continuó; Morris había derrochado en esta obra su propio dinero, pero la empresa, idealista y prácticamente paradójica, fracasó; su nombre, sin embargo, se había hecho famoso. Fue entonces cuando Morris bajó a la calle, dedicándose a la lucha social, mientras, por otra parte, brillaba por sus trabajos literarios.
Había comenzado en 1854 a escribir poesías, y en el año 1858 publicó una colección de ellas, La defensa de la Reina Ginebra y otros poemas. Éste fue por cierto también el tema del único cuadro de su obra pictórica, La reina Ginebra, que responde a la perfección a los ideales del grupo prerrafaelista. En 1867 publicó La vida y muerte de Jasón, epopeya que narra las peripecias de los argonautas. El Paraíso terrestre (1868), considerada por J.L. Borges la obra mayor de Morris, consta de una serie de poemas narrativos basados en fuentes clásicas y medievales.
En el prólogo, titulado "Los Vagabundos", canta a "ciertos nobles marineros noruegos" que van rumbo a Occidente buscando el paraíso terrestre y, llegados a una ignota tierra, viven allá en medio de una gente extraña, y allá mueren. Por ellos y por sus huéspedes se suponen cantados los 24 poemitas, puestos alternativamente en boca de uno de los ancianos de la ciudad y de uno de los navegantes. Son poemas de naturaleza novelesca, inspirados en leyendas clásicas y góticas: "Atalanta", "El hombre nacido para ser rey", "La suerte del rey Acrisio", "La historia de Cupido y Psique", "El amor de Alcestes", "Mirando al halcón", "Los amantes de Gudrun" (el más notable), etc. Los poemas están escritos en la llamada rima real, esto es, en estancias de siete versos, que Morris imitó de Chaucer.
En 1875 logró llevar a término la larga y ardua empresa de traducir en versos ingleses la Eneida; en 1887 hacía lo mismo con la Odisea. Mientras tanto había aparecido, en 1876, un largo poema épico suyo, La historia de Sigurd el volsungo y la caída de los Nibelungos. Continuaba, además, su trabajo de decorador, construía vidrieras, muebles, tapices, y realizaba una apasionada vida de agitador: escritos, conferencias, mítines y manifiestos se sucedían sin interrupción.
En 1885 fundó la Liga Socialista y dirigió un diario de la misma, The Commonweal; pero, poco a poco, se convenció de que su buena fe era incompatible con la vida política. Abandonó entonces la Liga, apoyándola, sin embargo, románticamente hasta su muerte. De estos años son sus trabajos de tema social: dos novelas (una de ellas utópica, Noticias de ninguna parte) y los Chants for Socialists, que son una historia del socialismo. Pero su actividad fue absorbida más tarde por la Kelmscott Press, un taller para la impresión y encuadernación de libros a mano que había fundado en el año 1890, y que constituyó una de sus realizaciones más logradas e importantes. Amó ese trabajo más que cualquier otro, y lo atendió, ya pobre, hasta su vejez; todavía en su lecho de muerte le llevaban pruebas de imprenta para corregir.
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